Érase una vez, en algún lugar del mundo, una gran compañía que empieza a ver reducido su ritmo de negocio, incluso a verlo estancarse. Al cabo de unos días, un alto ejecutivo, normalmente el CEO, asiste a una conferencia online o lee un artículo y de forma milagrosa recibe la inyección de la Innovación. Al volver a su puesto de trabajo, declara que la Innovación va a ser la cura de todos los problemas de la compañía. Una vez detectada la “solución” por parte del CEO, el apoyo se empieza a desprender de los comités ejecutivos apoyando la maravillosa idea de su gerente. Los comités se forman, se establecen las responsabilidades, se comparte la noticia y se fija el presupuesto. En algunos casos, incluso, se nombra a un CIO (Chief Information Officer (CIO) – Gerente de la Información) para demostrar cómo de seriamente están llevando a cabo la situación. Posteriormente, la web de la compañía y la prensa empieza a incluir la palabra “Innovación” (a veces, con exceso) en sus noticias y artículos. La organización en su totalidad se une a la causa y asegura su participación. Se les pide a los empleados proponer sus mejores ideas sobre cómo impulsar el crecimiento futuro. Se los anima a presentar sus ideas en un nuevo portal de internet o en formato intranet. Se desprende un zumbido de emoción en los pasillos: todos los empleados finalmente tienen la oportunidad de que sus voces e ideas sean escuchadas.
Al mismo tiempo, las sesiones de brainstorming se llevan a cabo mediante consultores de alto prestigio. Se esbozan, se escriben, se comparten las ideas hasta que se selecciona la ganadora (en parte por mérito, en parte por presión de la persona con más alta voz). Como a todo el mundo le encanta la idea, ésta se lleva a cabo rápidamente, que, por cierto, fracasa estrepitosamente (normalmente porque no está enfocada al consumidor). Muy bien, primer fracaso, no pasa nada, ¡se trata de Innovación! –piensa el comité. El comité de Innovación vuelve a probarlo, pero esta vez con un espíritu más cauteloso. De esta manera, con un poco más de cuidado, seleccionan otra idea, esta vez prometiendo probarlo antes de implementarlo definitivamente. Se evalúa y se tiene en cuenta la tarea del departamento de Investigación. Aparecen los “negativistas”, articulando sus “porqués” y haciendo retrasar, lógicamente, aún más la investigación. Pasan los meses, la idea se va refinando y perfeccionando de nuevo. Finalmente, la idea se lanza cautelosamente, aunque para fallar otra vez porque ha perdido ya su ventaja competitiva, porque es muy tarde para ofrecérselo al mercado, o ambas cosas.
Mientras tanto, dentro de la organización, miles de empleados que una vez estuvieron entusiasmados con la Innovación y que contribuyeron con la lista de ideas, ahora están frustrados porque: a) sus sugerencias han desaparecido en un agujero negro y b) porque las nuevas “malas” ideas que han sacado al mercado los peces gordos de la empresa han fracasado. Aquellos empleados que eran los grandes campeones del cambio se convierten en los más desmoralizados y cínicos. Algunos hasta deciden marcharse. En los talones de estas decepciones y de creciente presión financiera para golpear los números trimestrales, el CEO ya ha tenido suficiente. Declara un renovador enfoque basado en “aquello que es importante”, los resultados de negocio actuales. Se despide al CIO, se disuelve el comité y el buzón de ideas se desmonta.
Para hacer una aproximación, esta historia podría encajar en un 85% de las empresas que han intentado aplicar la Innovación como medicamento para sanar sus heridas, sin tener en cuenta que va mucho más allá, que es el ingrediente para sobrevivir en el mercado futuro. Es cierto que la Innovación ha llegado como una fuerza implacable dentro del mundo de los negocios y que ciertamente, es necesario empezar a mentalizarse de su repercusión en la competitividad del mercado, pero no es una pócima secreta que hace de los problemas, éxitos, o más bien dicho de pequeñas empresas un Google o un Amazon.
Ante esta habitual situación, el mensaje que debe prevalecer no es el de “no intentar innovar porque fracasaremos seguro”, sino el de “innovar es el futuro, por eso debe realizarse a la PERFECCIÓN”.
En Innovation FactoryTM Institute entendemos la importancia de ambos aspectos y los hemos relacionado creando cursos de innovación y creatividad adecuados a las necesidades actuales de las empresas, dotándolos de las herramientas que luego los profesionales podrán utilizar en sus puestos de trabajo y desde cualquier área de la organización para ser más creativos e innovadores. ¡Te invitamos a darle un vistazo a nuestro listado de cursos sobre innovación!
- Cómo crear un clima para la Innovación
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- Sensibilizar a la organización
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buena apreciación, “innovar es el futuro, por eso debe realizarse a la PERFECCIÓN”, yo añadiría con método, con algún proceso
Estimado Pedro,
compartimos tu reflexión. Debe abordarse la innovación como un proceso de aprendizaje enfocado a la reducción del riesgo y de la incertidumbre que rodea a la innovación misma. El proceso de innovación consta de tres partes: el descubrimiento, la implementación y la comercialización. Puedes consultar el siguiente artículo donde hablábamos de este tema: https://www.innovationfactoryinstitute.com/blog/innovacion-resultado-o-proceso-de-aprendizaje/. Saludos,
Equipo de CreaInnova Institute™ & Innovation Factory™ Institute