Identificar un «hueco» de mercado es el primer estímulo de todo emprendedor. Se suele pensar que para poner en marcha una empresa es necesario cubrir algún producto o servicio novedoso, pero lo habitual es que muchas empresas compitan en un mismo mercado.
Además, el alto grado de incertidumbre que acompaña a todo nuevo proyecto ha de verse despejada en el plan de empresa. No es fácil explicar cómo surgen las ideas, pues dependen un poco de las circunstancias de cada persona. Aún así existen unos motivos habituales:
- Repetir las experiencias ajenas. Es el efecto reflejo de los negocios nuevos, frecuente en las épocas de expansión de la economía.
- Nuevas oportunidades de negocio en mercados poco abastecidos, de nueva creación o con un alto porcentaje de crecimiento.
- Conocimientos técnicos sobre mercados, sectores o negocios concretos.
- Afán de independizarse del emprendedor, tras haber acumulado experiencia como trabajador o directivo de otro negocio.
- Un producto innovador con el que se cuenta y del que se estima que puede generar mercado.
- Escasa complejidad. Algunos negocios o actividades permiten a cualquier persona establecerse por cuenta propia.
Para convertirse en empresario hay una serie de factores que han de tenerse en consideración. En primer lugar, hay que tener presentes los recursos necesarios, las responsabilidades a asumir, así como las consecuencias de una renuncia al puesto actual. En segundo lugar, el emprendedor debe analizar los cambios en su entorno para hacerse con una buena perspectiva: en los ingresos personales, en el tiempo libre, en el nivel educativo, en el mercado de trabajo o en el ámbito económico del país.
Asimismo, es recomendable investigar acerca de la viabilidad y la permanencia de la nueva empresa en el mercado. Algunos de los análisis más recomendados a llevar a cabo son:
- Análisis de la demanda. El empresario debe preguntarse si se está ofreciendo alguna innovación o si ya existen productos similares en el mercado. También es útil saber dónde se concentran los posibles clientes, cuáles son sus hábitos de consumo, etc.
- Análisis de la competencia. Es necesario observar el tipo de empresas que constituyen la competencia en el sector, su regulación administrativa, su organización y tendencias expansivas, etc.
- Estudio de la localización geográfica. Es importante estudiar la proximidad en el suministro de materias primas y contratación de mano de obra siempre es importante, así como el contacto con los potenciales clientes y la situación entre otras empresas competidoras. Cada zona tiene, además, sus propias subvenciones.
- Estudio del capital preciso. También ha de estimarse una cantidad con la que empezar, aunque no será la misma en todo momento.
En efecto, para ser un buen emprendedor no basta con tener una buena idea, sino que además es necesario desarrollar un plan de negocio para atender su viabilidad y permanencia en el mercado. Seguidamente ya se podrá proseguir con la forma jurídica necesaria y el proceso de constitución para poner en marcha el negocio.