La globalización es un proceso económico, tecnológico, social y cultural que consiste en la creciente comunicación e interdependencia entre los distintos países del mundo y, por tanto, también entre las empresas. De este modo, la creciente globalización ha abierto las puertas a la internacionalización de los mercados y la paralela internacionalización de numerosas organizaciones, así como el incremento de competitividad en dichos mercados.
Frente a estos cambios y transformaciones, una organización puede decidir adaptarse e 
iniciar una estrategia de internacionalización, o no adaptarse y mantenerse en el mercado local. Evidentemente, las pequeñas empresas que se caracterizan por no disponer de suficientes medios económicos, no tienen porqué lanzarse al mercado exterior. Sin embargo, empresas más grandes que sí disponen de suficientes medios para invertir en el extranjero, no deberían dejar de lado esta gran oportunidad.
En los tiempos de crisis actual, muchas veces la solución para sobrevivir pasa por planificar y llevar a cabo una estrategia de internacionalización. Ahora bien, el proceso de internacionalización de una empresa exige que ésta sea competitiva tanto en su mercado local como en los mercados internacionales. Entonces, sólo es sostenible a largo plazo si la empresa es verdaderamente competitiva.
Entonces, para contestar a la pregunta ‘¿La internacionalización es buena idea?’, la respuesta es que sí. Veámoslo con algunas de sus varias ventajas:
• Aumento del volumen de negocio y de la facturación de la empresa mediante la ampliación de la cartera de clientes.
• Diversificación del riesgo: a través de la reducción de la dependencia del mercado interno y de clientes habituales.
• Constituye una herramienta de defensa ante la globalización a través de la ampliación de mercado para no perder ventas frente al incremento de la competencia.
• Aprovechar las economías de escala y así obteniendo una reducción del coste unitario del producto fabricado.
• Prestigio de la marca e imagen corporativa: la proyección internacional de las empresas les permite tener un valor añadido tanto nacional como internacional.
Es verdad que la internacionalización también puede tener algunos inconvenientes, tales como los costes para la inversión necesaria, así como el posible rechazo del producto por parte del consumidor extranjero. Sin embargo, las ventajas de la internacionalización han de tenerse en cuenta porque pueden compensar y sobrepasar sus posibles inconvenientes.
Finalmente, y a modo de conclusión, antes de tomar la decisión de internacionalizarse o no, puede ser útil pensar en el siguiente proverbio: Si lo intentas puedes perder, si no lo intentas ya has perdido.
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