Innovación significa, por definición, novedad o renovación. En su uso habitual, utilizamos el concepto para referirnos a nuevas ideas e inventos, así como a su implementación económica. Pero no todas las innovaciones son iguales; algunas representan pequeñas mejoras o avances sobre las ideas y productos ya existentes, mientras que otras por su parte generan cambios radicales en la concepción de un producto o generan productos nuevos que rompen con lo establecido. Estas últimas innovaciones son las que englobamos dentro de la categoría de Innovación Discontinua.
En el momento en que se desarrolla e introduce en el mercado un nuevo producto cuyo consumo requiere un cambio en el comportamiento de los consumidores, como ha ocurrido por ejemplo con productos como el smartphone o la conexión Wifi, nos encontramos ante una Innovación Discontinua. Este tipo de innovación aparece en contraposición a lo que se denomina Innovación Continua, que responde a cualquier actualización o mejora en los productos existentes que, por sí misma, no suponga ni necesite de cambios en el comportamiento para su consumo. Por ejemplo, introducir en el mercado un smartphone con mayor potencia sólo mejoraría el producto ya establecido, que es el smartphone. Por tanto, no precisaría de un cambio de comportamiento para su consumo, y entraría dentro de la categoría de innovación continua.
Las compañías, habitualmente, innovan valiéndose de la innovación continua más que de la discontinua. Esto es debido a que las innovaciones discontinuas precisan de una serie de capacidades y patrones de comportamiento nuevos con los que la empresa puede no contar, lo que hace necesaria inversión en infraestructuras, nuevas habilidades y conocimientos por parte de los empleados y educar a los consumidores en el consumo del nuevo producto. En consecuencia, introducir innovaciones continuas en productos ya comercializados se presenta como una opción mucho más económica para las empresas.
Otras organizaciones, por su parte, se centran en introducir en el mercado innovaciones rompedoras cada cierto tiempo, tratando de ser los primeros en comercializar tecnologías que, a la larga, serán adoptadas por los competidores, los cuales pasan a engordar la oferta del nuevo producto. Normalmente, las empresas que introducen pequeñas mejoras lo hacen de forma continua y periódica, tratando de innovar constantemente. Por su parte, las compañías centradas en desarrollar innovaciones discontinuas introducen nuevos productos cada cierto tiempo, pudiendo pasar años entre la introducción de un producto y el siguiente. Esto se debe a que, cuando introducen un producto rompedor en el mercado, están generando un nuevo mercado que precisa de desarrollo, y a la larga estarán obligando a la mayoría de competidores a cesar en la comercialización y búsqueda de mejoras en los productos actuales, para pasar a formar parte del nuevo mercado surgido alrededor de la innovación discontinua.
En conclusión, las compañías encuentran dos categorías de innovación con las que pueden competir en el mercado. Por una parte, la innovación continua permite la introducción de pequeñas mejoras que dinamizan la comercialización de un producto y permite a las empresas mantenerse en el mercado innovando en intervalos cortos de tiempo. En contraposición, las compañías que se sirven de la innovación discontinua tardan más tiempo entre una innovación y la siguiente, pero cuando introducen un nuevo producto en el mercado generan un nuevo mercado alrededor del mismo. Se erigen como pioneros, y a la larga obligan al resto de empresas a entrar en el nuevo mercado si no quieren quedarse atrás en la carrera de la innovación.