Una de las metas de la innovación era hacer nuestras vidas más seguras. Sin embargo, poca de esta seguridad es apreciable por la población. El porqué lo encontramos no es un fallo de la innovación sino en las personas ya que al sentirnos más seguros hemos cambiado nuestros hábitos. Así pues, vemos cómo la relación entre la innovación y el riesgo está vinculada a las decisiones que toma cada individuo cuando utiliza esta innovación.
Según Robert C. Merton, profesor del MIT Sloan School of Management y de la Harvard Business University, publicó en su artículo para la Harbard Business Review, al pensar en los efectos de la innovación, tanto las empresas como los políticos y los usuarios deben ser conscientes de las siguientes 5 reglas de oro:
- Reconocer que se necesita un modelo: sobretodo al adoptar un nuevo producto o tecnología es necesaria la elaboración de modelos mentales para tomar decisiones sobre los riesgos y rendimientos. Para decidir correctamente se debe entender perfectamente la relación entre todas las variables existentes y tu decisión. Cuantos más factores existan, más complicado se hace evaluar correctamente. Se requiere la recopilación de información y estimación de parámetros para determinar cómo han interactuado los diferentes factores. Actualmente, la elaboración mental de estos modelos ha sido substituida por modelos matemáticos ya probados que son capaces de ofrecer una mejor evaluación cuantos más factores se hayan tenido en consideración.
- Reconocer las limitaciones del modelo:al construir o utilizar un modelo, es crítico comprender la diferencia entre un modelo incorrecto -el cual debería dejar de utilizar- y un modelo incompleto. Se ha demostrado que ningún modelo representa íntegramente la realidad, todos están sujetos a mejoras.
- Esperar lo inesperado: aún poniendo nuestros mejores esfuerzos y agudizando nuestro ingenio, seguramente habrá factores que no pondríamos en el modelo porque no los consideraríamos. Ningún humano puede predecir todas las consecuencias de la innovación, no importa que tan obvio pueda ser ese factor en retrospectiva. Por ejemplo, aparentemente la eficiente refinanciación de operaciones, la caída del tipo de interés y el incremento del precio de la vivienda no tienen relación alguna. Separadamente podrían incluso llegar a ser benignos para la economía, sin embargo difícilmente podríamos pensar que si los consideramos conjuntamente llegarían a ser el detonante de la crisis actual.
- Entender el uso y al usuario: tener un modelo que sea lo más completo posible no nos asegura que sea el que mejor nos funcione a nosotros. La utilidad de un modelo depende no solamente del modelo en sí, sino también de quién lo utiliza y porqué lo utiliza. Debemos saber si el usuario entiende o no las limitaciones de esa innovación. Debemos encontrar la persona capacitada para manejar la tecnología. Por ejemplo, un avión no puede ser pilotado por instinto.
- Comprobar la infraestructura: los beneficios y riesgos de la innovación están determinados en gran medida por las infraestructuras en las que han sido introducidas. No podemos intentar que un tren de alta velocidad circule por las vías de un tren normal ya que al no ser las infraestructuras necesarias podría descarrilar, por ejemplo.
Los cambios de estructuras frecuentemente implican cambios en los productos y servicios aumentando así el riesgo.
Una adecuada evaluación de los riesgos que envuelven la innovación requiere modular cuidadosamente las consecuencias. Nuestra habilidad para crear modelos capaces de capturar todas las dimensiones del riesgo son limitadas y la innovación es propensa a tener consecuencias no deseadas y los modelos resultan incompletos frente la complexa realidad. Toda innovación implica un salto hacia lo desconocido. Si queremos progresar hay que saber aceptar y gestionar este riesgo.