Generalmente, cuando se buscan nuevas ideas para iniciar un proyecto, un plan o romper el hielo en una reunión, la inmensa mayoría de personas acuden a la herramienta del Brainstorming, donde los participantes van exponiendo de manera interrumpida las ideas que se les ocurren. Si bien este método es eficaz, en determinados contextos no lo es tanto, pues en grupos numerosos o con personas desconocidas se pierden ideas. ¿Cómo es esto posible?
Esencialmente un Brainstorming es una dinámica de grupos donde se busca generar ideas de manera espontánea, rápida y veloz, y donde se invita a que todos los miembros participen voluntariamente en el ejercicio. Si bien el Brainstorming resulta útil en muchas ocasiones, también existen otras donde su funcionamiento se puede desvirtuar. Por ejemplo, pueden existir grupos donde destaquen individuos más extrovertidos, con mejores facultades para expresarse en público, mientras que el resto del grupo esté formado por individuos más introvertidos que, al sentirse cohibidos, deciden no participar y expresar sus ideas. Asimismo, los que se han erigido como líderes en el Brainstorming tienden a ignorar a éstos últimos al verlos incapaces de generar ideas y al final acaban centrando todos los esfuerzos en sus propias ideas, enfocando la reunión a desarrollar éstas entre todos los miembros. El problema radica en que estas ideas no tienen porqué ser las mejores, pero el miedo escénico a exponer o la desidia provoca que muchos dejen de expresar sus opiniones, perdiendo ideas durante el proceso.
Básicamente, acaba teniendo lugar la famosa regla de Pareto, unos pocos controlan la mayoría de minutos, mientras que los otros muchos disponen de poco tiempo para exponer sus ideas.
Con el objetivo de involucrar a todos los participantes y no ignorar las ideas de otros por cuestiones personales, existe otra herramienta de generación de ideas idónea para estas situaciones, el Brainwriting. En esencia, dicha herramienta consiste en que todos los miembros de una sesión de generación de ideas dispongan de un bolígrafo y papel y que, de manera anónima, escriban ideas acerca del asunto de la reunión. A continuación, se recogen todas las ideas y se evalúan cada una de ellas individualmente, de modo que no se ignora ninguna idea y al final se pueden escoger las mejores. Un posible hándicap de esta herramienta sería si se realiza manualmente, pues se podría detectar la caligrafía de cada individuo y se perdería la calidad de anonimato. Por ello, se puede realizar la misma práctica de manera informatizada, de modo que antes de cada reunión, los miembros enviarían las ideas por correo electrónico al líder de la sesión, que como garante de fiabilidad, aseguraría el anonimato de cada idea y traería dichas ideas impresas para poder llevar a cabo el mismo ejercicio.
Así pues, el beneficio de esta herramienta es claramente perceptible, pues promueve la participación de todos los miembros y se involucra activamente a que éstos juzguen objetivamente cada idea al no conocer los autores de éstas. Por este motivo, el Brainwriting se muestra como una alternativa sólida y útil para generar ideas en grupos numerosos y con personas introvertidas, pues se democratizan los turnos de palabra y la eficiencia es mayor, pues surgen ideas que se podrían haber ignorado, se pueden evaluar éstas y al final se escogen las mejores ideas, no las que han generado mayor ruido o que han acaparado más tiempo.
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