La actividad emprendedora en España está posicionada en el número 48 del ranking mundial. Y aunque a muchos esta cifra les resultará indiferente, en realidad supone un grave problema. La emprendería de hoy es el futuro de mañana: el nivel de desarrollo tecnológico, el número de puestos de trabajo y el potencial económico de España. Por consiguiente mejorar la posición de la actividad emprendedora española en el ranking mundial debe tomar, al menos, el mismo carácter de urgencia que la disminución de la tasa de paro actual.
Y se preguntarán, ¿Por qué la actividad emprendedora en España está tan
poco desarrollada? La respuesta reside en tres razones principalmente. En primer lugar, en este país, culturalmente se infunde miedo al fracaso. Las causas emergen de la educación que se proporciona y en la penalización de instituciones tanto públicas como privadas al fracaso, como por ejemplo en casos de morosidad generada a causa del fracaso en la emprendería; independientemente de si ésta ha sido liquidada o no, la mancha por morosidad persiste en el historial bancario.
El gran número de trámites y trabas administrativas que el emprendedor se encuentra a lo largo de su historia es la segunda razón de la baja posición en el ranking. El hecho de tener que dedicar grandes cantidades de tiempo a satisfacer las peticiones burocráticas para poner en marcha el negocio es desalentador e ineficiente para el emprendedor, quién sólo desea empezar a producir y vender todo cuánto le sea posible.
“Los impuestos a los que hay que hacer frente en los inicios pueden costar la vida a la empresa” asegura Daniel Bezares fundador de Percentil.com. Este último resulta el tercer reto al que se enfrentan los emprendedores en España, quiénes además de las dificultades de encontrar financiación, necesitan hacer un cajón suficiente para poder pagar los impuestos requeridos.
En definitiva, todas ellas forman parte de un conjunto mayor de razones que explican por qué la actividad emprendedora en España se sitúa por debajo de la israelí, la americana o incluso la sudafricana. Pero, ¿Cómo resolver los retos a los que nos enfrentamos?
Empezando a la inversa, aquellos aspectos cuya potestad recae sobre las decisiones del gobierno, quedan al margen del control de la sociedad en sí misma. Por consiguiente, en referencia a los impuestos y la gestión administrativa, sólo cae sobre nosotros la responsabilidad de elegir a un gobierno que esté concienciado sobre la importancia del desarrollo emprendedor para el país, esté dispuesto a tomar las medidas oportunas para facilitar su establecimiento y cumpla lo que pregone. Medidas tales como reducciones o vacaciones fiscales para los primero años de emprendeduría, unificación de las gestiones administrativas, acceso gratuito o con importantes descuentos a la formación necesaria para emprender, y un largo etcétera de actividades de soporte al emprendedor.
La solución al hecho de infundir el miedo a través de la cultura pasa por popularizar la actividad emprendedora. Es decir, se debería establecer un programa de inmersión parecido al que estamos sometidos por el futbol. Empezando por una educación basada en la meritocracia (al igual que en estados unidos) para fomentar la cultura del esfuerzo, pasando por dar a conocer a los “héroes emprendedores” (Bajo el pretexto de que son quiénes van a crear puestos de trabajo en el futuro) hasta la creación de redes de apoyo y contacto a los emprendedores (para mostrarles nuestro apoyo y no nuestro juicio).
En conclusión, a pesar de la situación peyorativa en la que se encuentra la actividad emprendedora española en estos instantes, se debe reconocer que ésta ha sufrido una ligera mejora en los últimos años; y es por ello que, aunque actualmente el desarrollo de la actividad emprendedora aun es un reto a resolver, existe la esperanza de que llegue a ser verdad, es decir, que se espera que España sea el paraíso de los emprendedores.
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