La palabra “entrepreneurship” carece de traducción en español, aunque a menudo se utiliza el término espíritu emprendedor para designarla.
Pero, ¿qué es realmente el espíritu emprendedor?, ¿en qué consiste?
Persecución de oportunidades más allá de los recursos controlados es lo que Howard Stevenson, padrino de los estudios empresariales de la universidad de Harvard, entiende por espíritu empresarial.
Persecución implica implacabilidad. Los empresarios realmente necesitan demostrar, con elementos tangibles, que realmente son merecedores de la recepción de recursos. Por ejemplo, una buena manera de demostrarlo es alcanzando el objetivo de ventas. Es por ello, que todo en la mentalidad del empresario cobra un carácter de urgencia.
Oportunidad implica algo novedoso. Este carácter innovador se puede manifestar de cuatro maneras: o bien porque se cree un producto innovador, o porque se venda el producto a un público diferente; o porque se cree un nuevo modelo de negocio o porque se cree una versión mejor de un producto ya existente; o por una combinación de éstas. Pero cualquiera de las anteriores opciones, conduce esencialmente la innovación como trasfondo.
Recursos controlados implica limitaciones de recursos. Los empresarios, al iniciar la actividad de su empresa, sólo controlan recursos humanos, sociales y financieros. De hecho, algunos de ellos sólo deben aportar su tiempo, otros incluso deben aportar sus recursos personales, pero en cualquiera de los casos, éstos deben ser suficientes para que la empresa prospere. Sin embargo, ¿cuál es entonces el problema?
Esta carencia de recursos resulta un elemento de riesgo para los inversores. La razón reside en que puede resultar la causa de la no prosperidad de un producto o servicio innovador. Elementalmente existen cuatro tipos de riesgo: el riesgo de demanda (inexistencia de clientes potenciales), riesgo tecnológico (inviabilidad de encontrar una solución tecnológica al problema), riesgo de ejecución (imposibilidad de reunir al equipo necesario) y riesgo de financiación (Capital disponible en condiciones no razonables). La tarea del emprendedor será la gestión de estos riesgos para conseguir que los potenciales inversores confíen en su propuesta.
De entre las tácticas usadas para hacer frente a este reto, Stevenson destaca cuatro: lean experimentation que consiste en desarrollar el producto con los mínimos recursos posibles para ser comercializado, es decir, como un prototipo para minimizar los riesgos de la inversión. En segundo lugar, propone la inversión por etapas donde los inversores sólo invierten en el siguiente avance si sólo si se ha alcanzado el hito de la etapa anterior. Por otra parte, se menciona la asociación con empresas o agentes interesados en soportar la nueva organización como amortiguador del riesgo y garantía. Finalmente, también menciona la técnica del storytelling que consiste en que el emprendedor venda una visión mejor del mundo si su producto sale al mercado, resulta algo así como inspirar al inversor para mejorar su predisposición a invertir en el producto.
Al final, el mismo autor de la definición se pregunta: pero, a efectos prácticos, ¿es realmente relevante esta definición? Y él mismo nos ofrece dos puntos a favor. El primero, el espíritu emprendedor no sólo debería definir la actitud del líder durante la primera etapa del ciclo de vida de la empresa (inicio), sino que debería constituir el savoir-faire de las empresas. El segundo, que constituye una guía para el emprendedor y alguno de los obstáculos que se va a encontrar en el camino.
Una información muy buena y útil por sus conceptos con contenido y aleccionadores.