¿Quieres convertir tu idea en un proyecto de negocio? ¿Cuentas ya con la idea, la gente y el entorno? ¿Te preocupa la financiación? Lanzar una start-up no es tan complicado si has definido previamente (y de manera óptima) los conceptos tales como la idea, la gente con quien compartirás el proyecto y el entorno en el que la desarrollarás.
Aunque es cierto que sin financiación el proyecto de crear una start-up no se puede llevar a cabo, no debes desanimarte ya que existen diferentes tipos de inversores. Por ello, es necesario detectar a cuál o cuáles debes dirigirte.
• Fondos propios: en ocasiones el propio fundador de la start-up destina sus ahorros al proyecto, si el equilibrio de su economía familiar lo permite. Supone, por tanto, un doble riesgo: por un lado, el de la energía, el tiempo y la ilusión y, por otro, el financiero. Los recursos obtenidos suelen ser limitados.
• Family and Friends: el primer recurso al cual acudir es el entorno más cercano: la familia y los amigos. Aunque con frecuencia resulta desagradable pedir financiación para la creación de una start-up a las personas más allegadas, suele ser una alternativa sencilla de conseguir. Sin embargo, los familiares y amigos son conocedores del riesgo que supone invertir en una nueva idea de negocio con alto grado de incertidumbre acerca de su aceptación en el mercado y la posible rentabilidad derivada de su actividad. La inversión conseguida suele ser reducida.
• Business angels: inversores con un amplio conocimiento en algunos sectores que apuestan por proyectos con opciones de alto crecimiento en las primeras etapas de la vida del proyecto empresarial. Este sistema de financiación se ha convertido en una opción muy frecuente para las start-ups, ya que no sólo apuestan económicamente por el proyecto, sino que también se implican e involucran en el desarrollo del mismo (este elemento puede favorecer el desarrollo del proyecto pero también condicionarlo). La inversión conseguida está en torno los 30.000€.
• Mecenas: se trata de una figura poco frecuente pero interesante para este tipo de proyectos. Mediante una organización o como individuo se escoge un proyecto para el cual destinar fondos y ayudar a su desarrollo como negocio. La coyuntura económica ha reducido el número de iniciativas de esta índole; sin embargo, existen aún mecenas que confían y apuestan por un proyecto concreto.
• Family office: aunque no sea un sistema de financiación conocido, permite cada vez el desarrollo de más proyectos empresariales. Se trata de un grupo que, además de dedicarse a la gestión del patrimonio de un grupo familiar, también realiza inversiones. Dedican parte de los recursos generados a la inversión en proyectos de alto riesgo tales como las start-ups. Dado que el único objetivo de la inversión es la obtención de rentabilidad, no suele existir implicación directa en la gestión o el desarrollo de la actividad empresarial. Los recursos que se pueden obtener son más elevados, entre 300.000€ y 500.000€.
• Venture capital: inversión en un estado avanzado del proyecto empresarial. El objetivo es obtener participaciones de distintas start-ups consolidadas en el mercado que buscan ampliar su modelo de negocio. Las inversiones obtenidas varían en función del sector, la Venture capital y el grado de consolidación del proyecto desarrollado hasta el momento.
• Bancos: probablemente se trate del más conocido pero no por ello querido. Para muchas empresas y start-ups se trata del último recurso al que acudir para financiar el proyecto. Suelen imponer mayores restricciones y, en la coyuntura actual en la que nos encontramos, resulta más difícil obtener este tipo de financiación.
En conclusión, las start-ups disponen de numerosos mecanismos para financiar los proyectos de negocio que proponen. En función de las características del proyecto y de las necesidades del fundador, se tenderá a primar unos sistemas de financiación en detrimento de otros.
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